Preparando el programa de radio del viernes 2 de junio surgió la idea de trabajar algo sobre la situación política en Brasil. Empezamos a pensar posibles enfoques y fuentes y decidimos contactar a distintos jóvenes que viven en el país hermano además de personas que viven en la Argentina pero conocen de la situación brasileña. Trabajamos por un lado en el contexto previo –juicio político a Dilma Rousseff y cómo es que Michel Temer llega a la presidencia- y por otro en la actualidad, las movilizaciones, la represión y el reclamo por elecciones directas. Luego de salir al aire con varias entrevistas grabadas, decidimos trabajar una nota que de cuenta de la situación actual en Brasil.
Por Luana Ferrari y Delfina Gonzales Chaves
En mayo de 2016, Dilma Rousseff fue definitivamente apartada de la presidencia. Se le realizó un impeachment (juicio político) en el que se la acusaba de corrupción. El proceso lo comenzó una comisión especial de la Cámara de Diputados. La acusación central contra Dilma Rousseff – pese a denuncias sobre las reales intenciones- fue que violo normas fiscales, “maquillando” el déficit fiscal. La defensa sostenía que la denuncia se había realizado con la intención de generar un golpe de Estado. Además, desmentían que Dilma haya cometido actos corruptos.
Vale aclarar que más allá de la posición política que cada uno pueda tomar frente a esta situación, el termino golpe de Estado no es propicio ya que la destitución no se dio por parte de fuerzas militares y tampoco mediante la fuerza, valga la redundancia, sino utilizando mecanismos constitucionales. El término más adecuado sería “golpe institucional”. Esta destitución fue mayormente apoyada por el poder político pero socialmente no fue tan aceptada y generó mucho revuelo negativo.
Un año después, en mayo de este año -2017- , se publicó una grabación de Michel Temer, actual presidente de Brasil, que asumió para ocupar el cargo de Dilma cuando fue destituida- en la que estaba hablando con el dueño del grupo empresarial JBS, Wesley Batista. En ella el empresario habilita el pago de coimas a miembros del Congreso para evitar acusaciones en su contra. A Temer se lo acusa de encubrir delitos corruptos y por ello se lo quiere enjuiciar y eventualmente destituir de su cargo. “Por mucho menos se le hizo el impeachment a Dilma”, sostiene la oposición.
El revuelo social es tan grande, que Temer tuvo que anunciar que no va a renunciar a su cargo porque, según dijo, no tiene nada que ocultar. “El clima social aquí en el país es de desconfianza, nadie tiene más confianza en el gobierno, ni en lo que intenta hacer; es un gobierno sin credibilidad”, aporta Carlos, estudiante de veinte años de Ariquemes, Rondonia, al suroeste brasileño.
El jueves 1 de junio, hubo movilizaciones en distintas partes de Brasil para pedir, en primer lugar la destitución de temer, y en segundo, la convocatoria a elecciones directas. Como dice Gabriel, estudiante de 20 años de Santa Rosa (Rio Grande do Sul): “La juventud aquí en el país es la gran masa que participa de manifestaciones y protestas, hasta diría que son los grandes responsables de conseguir las conquistas y derechos. Aunque los otros grupos etarios participan, el que más se destaca es la juventud”. Luego agrega: “Yo creo que no es de esa forma que se van a resolver los problemas del país, que está cada vez que da un paso al frente da otro para atrás, pero sabemos que el mayor problema siempre será la educación”.
“Mientras el país no invierta fuertemente en esa área, y también otras áreas básicas, el pueblo tendrá esa mentalidad de corrupción. Intentamos sacar a un político del poder pero va a venir otro con una mentalidad igual, porque en este país la gente es criada de esa forma. De a poco está siendo cambiado, pero mientras la educación no cambie, continuará de esta forma”, plantea también- La complicada situación social afecta la lealtad política de los partidos aliados a Temer en el Parlamento. Sobre esto, Luciana, maestra residente de Buenos Aires y nativa de Campiñas en San Pablo, comenta: “El gobierno de Temer representa un gran retroceso en Brasil y también en América Latina. Sin embargo, es necesario estar muy atento porque los sectores que están logrando desestabilizarlo representan los mismos intereses que él y están buscando una manera de finalmente implementar las reformas, que por su poca legitimidad y estabilidad no
lo pudo hacer”. Luego, sobre los incidentes con la policía militar y los manifestantes, dice: “El nivel de represión ha aumentado muchísimo en Brasil. Desde las manifestaciones de 2013, la política desplegada por estado viene siendo la represión y la persecución política. Respaldados por la ley antiterrorista, fueron diversos los manifestantes que fueron presos solamente por el hecho de protestar. En este sentido, un dato alarmante es la autorización que había emitido el gobierno autorizando la intervención militar a partir de las últimas manifestaciones en Brasilia (decreto que ya fue revocado igual)”.
Carlos, en el mismo sentido, comenta: “El gobierno no debería intervenir en las manifestaciones porque es un gobierno corrupto, entonces deberían dejara a las personas manifestarse en paz y no entrometerse”. Lo cierto, es que la violencia en la calles parece no estar teniendo fin.